Ahora sabemos que los Índices nacionales de Pobreza Multidimensional (IPM) no solo miden la pobreza, sino que también son una herramienta eficaz para reducirla. Hay dos requisitos claves para que esta lección aprendida se ponga en marcha. El primero es que los IPM deben generar buena información y para eso su implementación técnica debe ser rigurosa, no partidista, actualizada frecuentemente y deben basarse en indicadores que puedan verse impactados a través de la acción directa. El segundo es que deben aprobarse e implementarse con el apoyo total del presidente o de los máximos líderes del país.
El primer requisito es más fácil de cumplir que el segundo. Los estadísticos e investigadores de los gobiernos quieren, en su mayoría, implementar datos sólidos y verificables con su trabajo. La metodología del IPM, el método Alkire Foster, es bastante sencillo y de fácil aplicación. Se puede enseñar con bastante rapidez y una vez que se pasa por el proceso de creación de un IPM nacional viable, la capacidad técnica está ahí y se puede compartir con los demás.
Puede llevar tiempo ponerse de acuerdo en las dimensiones e indicadores que forman parte de la medida (que en sí misma es una combinación de factores técnicos y políticos), pero una vez que se determinan, el trabajo técnico real requerido para desarrollar un IPM nacional es relativamente sencillo. Por lo tanto, es posible la rigurosidad para que se genere buena información para desarrollar políticas públicas efectivas.
Cuanto más las dimensiones e indicadores reflejen los aspectos clave de la pobreza reconocidos a nivel nacional, y no partidista, mayor será no solo la medida en que impactarán en la pobreza, sino también el modo en que sobrevivirán a los cambios de gobierno.
La experiencia muestra que el segundo requisito, la aprobación, el apoyo y la apropiación por parte del presidente y/o de los máximos líderes del gobierno, es fundamental, pero es más difícil de lograr. Pero aun así, el IPM puede revolucionar los programas nacionales y, por lo tanto, impactar radicalmente en la pobreza. Aquí veremos cómo. Usaré dos países como ejemplo: Colombia y Costa Rica.
En Colombia, el propio expresidente Santos condujo la implementación del IPM y lo defendió dentro de su gabinete. En Costa Rica, el expresidente Solís aprobó el IPM y le dio a su vicepresidenta, Ana Helena Chacón, la luz verde y su apoyo total para que pusiera el poder de la presidencia detrás del IPM nacional. En ambos países podemos aislar algunos ingredientes claves que fueron similares y fundamentales para el éxito en la adopción del IPM como herramienta para reducir la pobreza y, por lo tanto, son altamente recomendables para ser implementados en otros países.
▪ El expresidente de Colombia y la exvicepresidenta de Costa Rica entendieron el IPM y pusieron todo el poder de la presidencia detrás de él. Se convirtieron en promotores entusiastas del IPM a nivel regional e internacional dentro de la Red de Pobreza Multidimensional (MPPN por sus siglas en inglés) y otros organismos, reforzando así su propiedad sobre el IPM y ayudando a reforzar su importancia para sus propios habitantes y ministros.
Cuanto más las dimensiones e indicadores reflejen los aspectos clave de la pobreza reconocidos a nivel nacional, y no partidista, mayor será no solo la medida en que impactarán en la pobreza, sino también el modo en que sobrevivirán a los cambios de gobierno.
▪ En ambos países, el IPM fue incluido en el plan nacional como una medida de logro prioritaria.
▪ Ambos líderes establecieron un mecanismo para la coordinación y la implementación de los programas gubernamentales. En ambos países, la implementación del IPM no se dejó en manos de un ministerio o una agencia gubernamental.
▫ En Colombia, el presidente estableció una Mesa transversal de pobreza y desigualdad compuesto por todos los ministros sociales relacionados con el IPM, y se reunió regularmente con este organismo para ver qué progresos se habían hecho para reducir el IPM. El presidente utilizó estas reuniones para resaltar los nuevos programas para atacar áreas rezagadas.
▫ En Costa Rica, el IPM se implementó y gestionó a través del Gabinete Social que fue presidido por la vicepresidenta. Este organismo reunía a todos los ministerios relacionados con el IPM. Era el lugar natural para coordinar programas y monitorear el progreso.
▪ En ambos países, los ministros tuvieron la responsabilidad de lograr objetivos claros y específicos a lo largo del tiempo.
▫ En Colombia establecieron un sistema de “semáforo” a modo de control. Se establecieron objetivos claros (por ejemplo, el porcentaje que el IPM bajaría en un indicador a lo largo de varios años) y luego se monitorearon e informaron en esta Mesa transversal de pobreza.
▫ En Costa Rica, el Gobierno introdujo un Tablero de Gerencia Social (desarrollado con el sector privado) que hace exactamente lo que hace su equivalente en Colombia.
Los dos países usaron el IPM para impactar el presupuesto nacional. El IPM se usó como un lente para desarrollar el presupuesto nacional sobre pobreza, ayudando a eliminar lo que no es de utilidad, enfocando los programas en las regiones más pobres y utilizando los recursos limitados de manera más efectiva.
Las experiencias colombianas y costarricenses muestran que la apropiación del IPM en los niveles más altos combinada con un método de medición sólido, robusto y confiable que proporcione datos concretos, tiene un impacto directo en la reducción de la pobreza en sus múltiples dimensiones. Este éxito impulsa la comprensión y la sabiduría para promover la expansión del IPM donde existan estas condiciones.
Este artículo fue publicado en Revista Dimensiones 6 (pdf).