El Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) es un esfuerzo por reconceptualizar la medición de la pobreza para reconocer que si bien el ingreso es una condición necesaria, de ninguna manera es una aproximación suficiente del bienestar social. También reconoce que un simple recuento de la pobreza no es suficiente; la profundidad, persistencia y complejidad de la pobreza deben ser entendidas.
El IPM fue publicado por primera vez a nivel global en 2010 por el Informe de Desarrollo Humano del PNUD junto a OPHI. Desde entonces, han existido muchas publicaciones sobre el IPM, siendo Latinoamérica y el Caribe una región que ha estado a la vanguardia de la innovación en términos de cómo se define, cómo se calcula a nivel subnacional y cómo se usa para informar las políticas. Por ejemplo, Panamá presentó, en 2018, el primer IPM Infantil oficial de la región como una herramienta complementaria a las mediciones de pobreza oficiales del país. El IPM Infantil incluyó dimensiones adaptadas a la medición de diferentes vulnerabilidades que sufren niños, niñas y adolescentes, como la protección y la recreación.
Si bien Latinoamérica y el Caribe es una región de ingreso medio, está lejos todavía de ser una sociedad de clase media.
¿Cuál es el valor agregado del IPM global en el contexto de Latinoamérica y el Caribe?
Los resultados del IPM global de 2018 revelan el desafiante panorama de la pobreza en todo el mundo. Particularmente para Latinoamérica y el Caribe, el IPM global muestra la gran heterogeneidad que existe entre los países de la región: desde menos de 5% de pobreza multidimensional en la mayoría de los países del Caribe, 12% en Perú, 20% en Honduras y hasta 48% en Haití. Esto significa que cerca de 40 millones de personas (8% de la población de la región) viven en pobreza dimensional y 11 millones (2%) viven en pobreza multidimensional severa. Al mismo tiempo, 39 millones de personas están identificadas como vulnerables a la pobreza multidimensional, mostrando que una parte importante de personas en la región tienen una probabilidad muy alta de caer en pobreza multidimensional si algún tipo de shock adverso afecta su país o su hogar. Este tipo de vulnerabilidades refuerza la idea de que, si bien Latinoamérica y el Caribe es una región de ingreso medio, está lejos todavía de ser una sociedad de clase media.
Más allá de ser una estadística oficial y de estar estrechamente alineado con el ODS 1, el IPM mejora nuestra comprensión de las muchas formas de pobreza que experimentan quienes se quedan atrás. En Latinoamérica y el Caribe, por ejemplo, la mortalidad infantil, la nutrición y los años de educación son los indicadores que mayor incidencia tienen en la pobreza multidimensional. Esto confirma la necesidad de respuestas integrales para alcanzar el bienestar social.
Además, el IPM es en realidad un instrumento para mejorar la gobernanza, por varios motivos. Por un lado, mejora la coordinación de políticas públicas, alineando los intereses de varios actores tras una meta común. El ejercicio de diseñar un IPM es, de hecho, un ejercicio de definición de prioridades que incluye varios sectores y que reúne a actores relevantes. También, fortalece los sistemas de información nacionales, promoviendo el uso de encuestas para la actualización del índice y el monitoreo de las prioridades nacionales. Finalmente, fomenta la rendición de cuentas y la responsabilidad de los gobiernos. Un IPM actualizado y transparente permite que el progreso pueda ser examinado ampliamente, las prioridades rezagadas identificadas, y los logros celebrados.
Este artículo fue publicado en Revista Dimensiones 6 (pdf).