La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Iniciativa sobre Pobreza y Desarrollo Humano de Oxford (OPHI) han trabajado conjuntamente para estudiar de qué forma los Índices de Pobreza y de Vulnerabilidad Multidimensional (IPM e IVM) podrían utilizarse, si es que ya no lo han sido, en la elaboración de planes, políticas públicas e intervenciones de carácter equitativo para la preparación, la respuesta y la recuperación de las emergencias sanitarias. El presente artículo resume algunas de las principales conclusiones de dicha colaboración, que se basó principalmente en las aplicaciones de los IPM y los IVM por parte de varios participantes de la Red de Pobreza Multidimensional (MPPN) durante la pandemia de COVID-19.
Las emergencias sanitarias afectan tanto a personas como a modos de vida, y también son una mayor amenaza para quienes ya se encuentran en una situación de desventaja. Para prevenir o mitigar sus riesgos y diversos impactos, los formuladores de políticas y los especialistas necesitan una base empírica sólida y focalizada que identifique a los más desfavorecidos y los más vulnerables, para asegurarse de que las emergencias sanitarias no agraven las desigualdades y privaciones ya presentes.
Junto con varias herramientas y metodologías de evaluación rápida actualmente vigentes relacionadas con las emergencias, la OMS y OPHI han estudiado cómo los IPM y los IVM pueden proporcionar exactamente una base de evidencias para elaborar políticas equitativas y bien dirigidas. Al captar las privaciones superpuestas que padecen las personas, los IPM y los IVM identifican quiénes están en peor situación o son especialmente vulnerables, al integrar información sobre las múltiples dimensiones del desarrollo humano y la pobreza. En consonancia con el Marco de Análisis de la Equidad en las Patologías Prioritarias de Salud Pública de la OMS, dichos índices pueden ayudar a identificar subgrupos de población especialmente expuestos, susceptibles o vulnerables a las enfermedades y a las repercusiones socioeconómicas derivadas de las emergencias sanitarias.
Los resultados de este primer estudio sobre los usos de los IPM y los IVM en contextos de emergencias sanitarias detectaron al menos cuatro formas en las que se han utilizado o podrían utilizarse para informar en forma equitativa en la preparación, respuesta y recuperación de las tales emergencias. Estas cuatro aplicaciones han sido implementadas por al menos un participante de la Red de Pobreza Multidimensional.
Basándose en el mismo método utilizado para construir los IPM nacionales (el método Alkire-Foster), varios países confeccionaron índices de vulnerabilidad multidimensional (IVM) cuyo objetivo principal era captar las vulnerabilidades superpuestas que se producen en el contexto del COVID-19. Dichos IVM permitieron identificar a algunas de las poblaciones más vulnerables a la pandemia, así como las principales privaciones que contribuían a aumentar su vulnerabilidad multidimensional. Para destacar solo algunos de los muchos IVM que se elaboraron durante la pandemia del COVID-19, consideraremos los casos de Irak y Honduras, además del ejemplo de Sudáfrica destacado en Revista Dimensiones 13.
En Irak, el Ministerio de Planificación ideó un IVM para realizar una evaluación rápida de la vulnerabilidad multidimensional a los riesgos que implica el COVID-19 y sus repercusiones socioeconómicas. Los resultados mostraron que algo más de 4 de cada 10 iraquíes habían superado el umbral de vulnerabilidad multidimensional al padecer al menos una cuarta parte de las vulnerabilidades ponderadas que se incluyen en el IVM.
Los IPM y los IVM identifican quiénes están en peor situación o son especialmente vulnerables, al integrar información sobre las múltiples dimensiones del desarrollo humano y la pobreza
Por su parte, el Gobierno de Honduras, con la colaboración del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y OPHI, creó un IVM que se utilizó directamente para identificar y seleccionar a los beneficiarios del programa Bono Único, una iniciativa de protección social de emergencia para enfrentar el COVID-19.
El IVM de COVID-19 hondureño incluyó indicadores sobre las personas vulnerables a la enfermedad, así como indicadores relacionados con el empleo, la capacidad de recuperación económica, salud, seguridad alimentaria, y vivienda. El IVM se calculó utilizando el Registro Nacional de Beneficiarios, junto con datos adicionales recopilados mediante una plataforma de autorregistro cuyo objetivo era garantizar que las personas y los hogares ausentes en el Registro Nacional no quedaran fuera de la selección de beneficiarios. Luego, los resultados del IVM se utilizaron para distribuir alimentos, medicamentos, y cupones para equipos de protección personal por un valor de 2.000 lempiras (unos 60 dólares de Estados Unidos).
Asimismo, se construyeron IVM para ayudar en las políticas públicas con motivo del COVID-19 en: Bután (con uno específico para el sector turístico), Maldivas, Sudáfrica, y Pakistán.
Aparte de la construcción de nuevas mediciones, como los IVM, también se pueden utilizar, y se han utilizado, otras ya existentes. En muchos casos, los IPM vigentes incluyen indicadores que pueden arrojar luz sobre la distribución (conjunta) de las privaciones que son de especial interés dentro del contexto de las emergencias de salud, y que, entonces, pueden ayudar a identificar los subgrupos prioritarios que pudieran requerir una atención de política pública específica.
Por ejemplo, OPHI realizó un análisis interrelacionado de la pobreza y la vulnerabilidad multidimensionales ante las enfermedades, utilizando el IPM global. Según los resultados, 3.600 millones de personas en todo el mundo están afectadas por la desnutrición, la falta de una fuente de agua limpia, o la probable exposición a la contaminación del aire en interiores. Todos estos indicadores están conectados con la vulnerabilidad a las enfermedades, y con una parte significativa de la incidencia en la mortalidad y las enfermedades a nivel mundial. Al menos 435 millones de personas se veían afectadas por estos tres factores en forma simultánea, y 336 millones de ellas eran pobres multidimensionales.
Además, en relación directa con el estudio anterior, los especialistas de OPHI también investigaron las privaciones en otros indicadores contextualmente relevantes, tales como el acceso a Internet, y la violencia doméstica en el Sur de Asia, entre otros. En los cuatro países de Asia Meridional incluidos en el análisis, el porcentaje de personas con privaciones en los indicadores adicionales incluidos fue generalmente mayor entre los pobres multidimensionales. La reciente actualización, en 2021, del IPM Nacional de Nepal mostró resultados basados en los mismos métodos analíticos, confirmando anteriores conclusiones. Un ejercicio similar se llevó a cabo también con el IPM Nacional de El Salvador.
Tanto los IPM como los IVM también pueden vincularse o fusionarse directamente con datos adicionales de interés, a nivel de agregados, y, así, asociar las mediciones multidimensionales con otros indicadores relevantes en el contexto de las emergencias de salud. La Dirección Nacional de Estadística de Colombia (DANE), por ejemplo, fusionó diferentes fuentes de datos para analizar los niveles de pobreza multidimensional y otros indicadores de interés con motivo de la pandemia del COVID-19 en 2020. Los resultados se introdujeron en un geoportal que posibilitó un análisis conjunto de los resultados del IPM Nacional de Colombia, un IVM recién construido, y otros indicadores de salud pertinentes a fin de orientar la respuesta a la pandemia del COVID-19, y proteger a los más vulnerables.
Por último, los IPM ya existentes (o los IVM, en su caso) pueden ser (y han sido) analizados mediante técnicas de microsimulación. Con ellas se simula cómo las vulnerabilidades o las privaciones de las personas pueden verse alteradas por las crisis, como, por ejemplo, las asociadas a las emergencias en materia de salud, y, por tanto, generar privaciones adicionales y una pobreza multidimensional nueva o exacerbada.
En el transcurso de la pandemia del COVID-19 se llevó a cabo un ejercicio de microsimulación de este tipo en Afganistán, por parte de la Autoridad Nacional de Estadística e Información (NSIA) de ese país, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), y OPHI.
El ejercicio utilizó datos de la Encuesta sobre Condiciones de Vida en Afganistán (ALCS) de 2016/17, y simuló varios escenarios sobre cómo los trastornos causados por la pandemia del COVID-19 podrían influir en los indicadores del IPM y, por consiguiente, en la pobreza multidimensional general de Afganistán. Los resultados mostraron que, en los escenarios simulados, los niveles de pobreza multidimensional basados en el IPM oficial de Afganistán podrían aumentar entre 9 y 20 puntos porcentuales. Se han realizado ejercicios similares en la República Dominicana, Santa Lucía, y Colombia.
El uso de los IPM y los IVM para la preparación, la respuesta y la recuperación en caso de emergencias sanitarias es un campo aún emergente que plantea muchas nuevas interrogantes y ofrece posibilidades de aplicaciones inéditas.
La colaboración entre la OMS y OPHI puso de manifiesto la flexibilidad y adaptabilidad del método Alkire-Foster que hay detrás, y el hecho de que, si los datos lo permiten, las posibilidades de medición y análisis vayan más allá de lo que se podría trazar en base a las aplicaciones existentes. Las áreas de especial interés que se destacaron son estas:
Nuestra esperanza es que este resumen de investigación pueda impulsar enfoques inclusivos que utilicen mediciones multidimensionales para lograr políticas e intervenciones de salud pública equitativas.
Lea el Documento de Investigación de la OMS completo, elaborado por los colegas de OPHI Jakob Dirksen y Mónica Pinilla-Roncancio. Se puede acceder a las grabaciones de los webinars realizados el 13 de abril, y el 24 de mayo de 2021.
Este artículo fue publicado en Dimensiones 13