Desde su primera publicación en 2010, el Índice Global de Pobreza Multidimensional (IPM global) ha proporcionado valiosas ideas sobre la complejidad de las condiciones de pobreza, examinando sus variaciones entre países, demografías, ubicaciones geográficas y regiones.
Hoy en día, el IPM es ampliamente reconocido por ser un recurso vital para los responsables del diseño de políticas públicas a nivel internacional, ayudando en la creación de intervenciones dirigidas para abordar las necesidades únicas de individuos y familias que viven en la pobreza. Sin embargo, cumplir con los altos estándares establecidos para una herramienta de política públicas de este tipo requiere reconocer que abordar las dificultades enfrentadas por quienes experimentan la pobreza requiere múltiples acciones coordinadas.
Además, es crucial reconocer que las personas en situación de la pobreza no viven experiencias uniformes. La experiencia de la pobreza varía entre diferentes grupos, regiones, países e incluso entre las distintas áreas de un mismo país. Por ejemplo, una persona que vive en una zona rural puede considerarse pobre multidimensional debido a la falta de acceso a la educación, a un saneamiento adecuado o a una fuente de energía limpia para cocinar, mientras que alguien en un área urbana puede encontrarse en una situación de pobreza debido a una nutrición insuficiente, una vivienda inadecuada o a activos limitados. En esencia, la pobreza asume diferentes formas para diferentes personas.
El IPM permite la identificación de perfiles específicos de privación entre los pobres. Este análisis supera los enfoques tradicionales que se basan únicamente en la descomposición y el desglose por dimensiones, ya que reconoce que diferentes perfiles y experiencias de la pobreza están moldeados por las interconexiones entre varias carencias. Comprender estas interconexiones ayuda al desarrollo de políticas multisectoriales integradas que aborden estratégicamente las múltiples carencias de manera simultánea, aliviando el peso que recae sobre las personas empobrecidas.
El informe global del IPM 2022 analiza los perfiles de privación de personas pobres en 111 países en desarrollo. El perfil de privación más común afecta al 3,9% de la población pobre, implicando carencias simultáneas en nutrición, fuente de energía para cocinar, saneamiento y vivienda. Esta evidencia sugiere que más de 45 millones de personas pobres podrían beneficiarse enormemente de un programa de políticas integral que aborde simultáneamente estas carencias, la mayoría de ellos, residentes en el Sur de Asia.
El segundo perfil de privación más común abarca carencias simultáneas en seis indicadores de la dimensión nivel de vida, incluyendo fuente de energía para cocinar, saneamiento, acceso a agua potable, electricidad, vivienda y activos. Alrededor de 41 millones de personas son pobres debido a este perfil, y es más predominante en África Subsahariana, representando al 5,9% de la población pobre (34,2 millones).
Si bien identificar los perfiles de privación más prevalentes tiene importantes implicaciones de políticas pública, otro enfoque relevante implica centrarse en pares y tríos predeterminados de privaciones experimentadas por las personas en situación de pobreza, posibilitándose con ello, una respuesta coordinada. Por ejemplo, muchos programas en todo el mundo combinan iniciativas de agua, saneamiento e higiene (WASH).
Los análisis presentados en el informe global del IPM 2022 demuestran que más de 1.000 millones de personas pobres carecen de saneamiento o agua potable, y que 437,1 millones carecen de ambos. La gran mayoría de los que experimentan ambas carencias residen en África Subsahariana (330,4 millones), seguida por Asia del Sur (47,5 millones).
El perfil de privación más común afecta al 3,9% de la población pobre, implicando carencias simultáneas en nutrición, fuente de energía para cocinar, saneamiento y vivienda.
Un análisis similar revela que aproximadamente 470 millones de personas pobres carecen tanto de nutrición como de saneamiento, siendo potencialmente más susceptibles de contraer enfermedades infecciosas.
Además, más de 593 millones de personas pobres carecen tanto de energía para cocinar como de electricidad, resaltándose con ello el potencial impacto de intervenciones en energías limpias sobre la reducción de la pobreza.
Del mismo modo, más de 259 millones de personas pobres carecen tanto de nutrición como de asistencia escolar, enfatizándose con ello la necesidad de una respuesta integrada de programas de alimentación escolar que aborden las privaciones nutricionales a la vez que incentiven la asistencia escolar de los niños.
Vale la pena señalar que incluso países con valores del IPM casi idénticos, pueden exhibir perfiles de privación diferentes, subrayándose así la importancia de analizar las interconexiones entre privaciones. Por ejemplo, en 2019, Liberia y Senegal tenían valores del IPM similares (0.259 y 0.263, respectivamente), pero el porcentaje de personas pobres privadas de saneamiento y agua potable al mismo tiempo era del 39,0% en Liberia y del 21,9% en Senegal.
Esta información es vital en el diseño de programas conjuntos de agua y saneamiento que sean específicos para cada país, ya que éstos demandan de configuraciones y alcances distintos, incluso en países con niveles generales similares de pobreza multidimensional.
Para enfatizar aún más la importancia de las interconexiones entre privaciones en la formulación efectiva de políticas públicas, el informe global del IPM presenta tres estudios de caso: Etiopía, la República Democrática Popular Lao y Nepal.
En Etiopía, por ejemplo, se ha logrado una reducción significativa de la pobreza a través de diversas estrategias, incluido el crecimiento del PIB, la inversión en infraestructura y el desarrollo agrícola. Iniciativas destacadas como el Programa de Red de Seguridad Productiva (PSNP por sus siglas en Inglés) han brindado apoyo a millones de personas empobrecidas, abordando múltiples privaciones. Sin embargo, desafíos recientes como la pandemia del Covid-19 y los conflictos, han obstaculizado los esfuerzos para mantener la reducción de la pobreza.
En el contexto de Etiopía, comprender que el perfil de privación más común en 2019 era el perfil de nivel de vida (privación en los seis indicadores de esta dimensión: fuente de energía para cocinar, saneamiento, acceso a agua potable, electricidad, vivienda y bienes) es crucial.
El segundo perfil de privación más común era el perfil de nivel de vida combinado con privaciones en años de escolaridad. Aproximadamente uno de cada cinco pobres en Etiopía experimenta uno de estos dos perfiles. Considerando esto, el país podría beneficiarse de la inclusión de un paquete de vivienda en los programas pro-pobres, centrándose en energía, agua, instalaciones de saneamiento y mejoras en el hogar.
Así, el informe global del IPM 2022 presenta el primer análisis integral de perfiles de privación en profundidad derivados de datos de millones de hogares en 111 países.
Este análisis complementa enfoques más tradicionales de la pobreza multidimensional, mostrando que para tener un impacto en la pobreza, las políticas públicas deben trascender los silos institucionales y abordar juntas las dimensiones interconectadas de la pobreza. Si bien esta es una tarea ambiciosa para los responsables de políticas públicas, es a la vez, una posible de alcanzarse.
De los 81 países con datos de tendencia analizados en el informe, 72 redujeron significativamente sus valores del IPM durante al menos uno de los períodos de estudio.
De estos 72 países, 68 lograron reducciones significativas en carencias en cinco o más indicadores, y 46 países redujeron las privaciones en ocho o más indicadores.
Además, 63 países redujeron privaciones entre las personas pobres rurales en cinco o más indicadores, mientras que 22 países las redujeron en los 10 indicadores del IPM.
Estos hallazgos demuestran que es posible reducir múltiples carencias, incluso para las poblaciones más empobrecidas. La clave para reforzar estas tendencias radica en políticas públicas multisectoriales cuidadosamente diseñadas e intervenciones basadas en evidencia que aborden las interconexiones.
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