Nyawala de 52 años, y su joven nieta de 9, huyeron de una crisis en Sudán del Sur, y viven en un asentamiento de refugiados al norte de Uganda. Por las mañanas, Nyawala lleva a su nieta a jugar con otros niños del asentamiento, y da una caminata durante la cual reflexiona.
A veces se siente sola, pero a través de su teléfono celular puede mantenerse en contacto con familiares ubicados en asentamientos vecinos o con quienes se quedaron en Sudán del Sur. Afortunadamente, ningún niño ha muerto en la familia de Nyawala.
La vivienda de Nyawala tiene piso de tierra y dos camas, una lámpara a energía solar, y una toma de corriente que es alimentada por un panel solar de bajo costo. Para tener agua, las mujeres caminan llevando bidones hasta un pozo común que está a más de 30 minutos a pie de ida y vuelta desde el asentamiento. Comparte letrinas con otros ocho hogares.
La nieta de Nyawala ha perdido varios años de escuela a causa del conflicto, y Nyawala espera inscribirla pronto en la escuela primaria del asentamiento para que la niña pueda ponerse al día y alcance el nivel educativo que Nyawala no pudo completar.
Al igual que otras familias del asentamiento, Nyawala utiliza leña para cocinar arroz, harina de maíz y granos, y aunque ocasionalmente padecen inseguridad alimentaria, no experimentan desnutrición. Nyawala y su nieta tienen pocas pertenencias, pero están orgullosas de poseer un teléfono celular y una lámpara solar -y de tenerse la una a la otra.
Nyawala y su nieta son consideradas pobres multidimensionales porque experimentan carencias en siete indicadores, lo que en este caso se traduce en un puntaje de privación del 61,1%. Además, viven en situación de pobreza multidimensional severa, porque su puntaje de privación es superior al 50%.