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Datos para medir pobreza multidimensional: La dimensión del trabajo

21 julio, 2024

Por Ricardo Nogales, investigador asociado de OPHI

Pobreza y carencias relacionadas con el trabajo

El empleo es un elemento intrínseco del bienestar, afirmación que no requiere mayor justificación. Su importancia radica en el hecho que les da forma a varios aspectos clave de la vida de los individuos y sus familias, tanto directa como indirectamente.

Más importante aún, el trabajo sirve como el medio principal a través del cual los hogares aseguran su sustento, proporcionando ingresos para satisfacer sus necesidades presentes y futuras.

Más allá del aspecto monetario, el trabajo moldea las vidas de las personas. Para muchos trabajadores, sus trabajos les entregan una sensación de logro, realización personal y autoestima. El lugar de trabajo ya sea físico o virtual, fomenta la interacción social y la conexión, extendiendo su impacto a los demás integrantes de sus hogares. Actúa como una plataforma para el desarrollo de habilidades, promoviendo el crecimiento tanto profesional como personal. Un trabajo también puede volverse parte integral de la identidad de una persona, definiendo su estatus social y su reconocimiento. Además, el trabajo juega un papel cada vez más importante en la salud y el bienestar general de las personas, al influir en cómo éstas estructuran su tiempo y actividades, afectando una vez más, distintos aspectos del funcionamiento de los hogares. Por lo mismo, la falta de un buen trabajo es un aspecto intrínseco de la pobreza multidimensional, entendida como la experiencia de múltiples privaciones superpuestas.

Reconociendo que el desarrollo humano implica expandir las libertades que las personas valoran y tienen razones para valorar, varias agendas internacionales de desarrollo se han enfocado en identificar la falta de buenos trabajos en las sociedades y en mejorar las condiciones laborales de todos sus integrantes.

Actuales operacionalizaciones de la dimensión trabajo

En la agenda de desarrollo internacional más influyente en la actualidad – los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) – la cantidad y calidad del empleo están representadas en el ODS 8. Esto ofrece, sin duda, un buen punto de partida para pensar en una operacionalización de la dimensión trabajo para una medida de pobreza multidimensional, globalmente aceptada.

Es importante destacar que no todos los indicadores del ODS 8 tienen la capacidad de informar una medida de pobreza multidimensional. Esto, porque varios refieren a aspectos como rendimiento macroeconómico agregado, la profundidad financiera o los peligros ambientales derivados del crecimiento del PIB (y la creación de empleo).

 

Más allá del aspecto monetario, el trabajo moldea las vidas de las personas.

 

Sin desmedro de lo anterior, muchos de los demás indicadores del ODS 8 si son útiles para informar una medida de pobreza multidimensional. Reflejan nociones acerca de aquello que la política pública podría considerar condiciones de trabajo pobres, inaceptables o inadecuadas, que requerirían de ser abordadas mediante programas específicos. Estos indicadores incluyen bajos salarios, condiciones laborales precarias, acceso limitado a beneficios del trabajo y violación de derechos legales. Éstos requieren de una evaluación desagregada de la situación de los trabajadores que distinga entre trabajadores adultos, trabajo infantil y jóvenes empleados. Es importante destacar que el ODS 8 también insta a dar cuenta de la heterogeneidad dentro de los países en términos de sexo, sector económico, condición de discapacidad y estatus migratorio.

Aunque no hay una coincidencia perfecta, indicadores similares a los del ODS 8 se han incluido en muchos IPM nacionales oficiales. Cada uno de éstos se define de manera diferente según el país de manera de reflejar correctamente las prioridades nacionales. Pese a ello, dan cuenta del hecho que es posible alcanzar consensos en torno a algunos indicadores clave.

Basándose en los indicadores fundamentados conceptualmente por el ODS 8, y en la amplia variedad de indicadores incluidos en IPM nacionales en todo el mundo al que éste da origen, la dimensión de trabajo (en una medida internacionalmente comparable que sea compatible con los indicadores y objetivos de la Agenda 2030) debería proporcionar suficiente información al menos en los siguientes dominios:

  • Disponibilidad de empleo (ODS 8.5.2): es un dominio que busca captar el estatus del desempleo o subempleo.
  • Compensación monetaria (ODS 8.5.1): se refiere al salario del trabajador.
  • Estabilidad (ODS 8.3.1) que tiene como objetivo evaluar la continuidad de todos los beneficios (monetarios y no monetarios) que vienen aparejados con un trabajo.
  • Condiciones laborales (ODS 8.8.1): evalúa el entorno laboral en general.
  • Beneficios del trabajo (ODS 8.8.2): remite al acceso a todos los derechos laborales según las leyes nacionales.
  • Trabajo infantil (ODS 8.7.1): detecta situaciones de trabajo forzado o incluso formas de esclavitud.

 

Hacia un cuestionario práctico: algunas consideraciones básicas

Llegar a una operacionalización empírica adecuada de los indicadores mencionados anteriormente no es una tarea fácil. Es importante que los países, las agencias internacionales y las organizaciones de la sociedad civil que deseen incorporar una dimensión de trabajo en una medida multidimensional que sea significativa, revisen los cuestionarios de las encuestas existentes o creen nuevos, siempre y cuando puedan ser perdurables en el tiempo. Si este fuera el caso, deberían considerarse al menos, dos principios básicos.

El primero es la parsimonia. Al incluir preguntas de la dimensión del trabajo, se debe tener en cuenta que éstas representan solo una subsección de una encuesta más compleja que no necesariamente se centra en las condiciones laborales, sino que pretende captar varias condiciones de vida según la definición de pobreza multidimensional.

El segundo es que tengan un rendimiento comprobado en el terreno. Puede ser tentador sacar preguntas de otras encuestas y adaptarlas al contexto local. De hecho, existen algunas formas ampliamente aceptadas a nivel mundial de creación de indicadores relacionados con el trabajo. Sin embargo, también se debe tener en cuenta que cada nuevo cuestionario debe validarse dentro de la realidad de cada país, particularmente en las zonas donde viven las personas pobres.

Idealmente y siempre que sea posible, las preguntas relacionadas con el trabajo deben hacerse a todos los miembros del hogar mayores de cinco años. La razón es que, cómo es esperable, las condiciones laborales de cada miembro del hogar varían, y que los indicadores deben tener en cuenta esta heterogeneidad. El límite inferior de edad de cinco años es útil pues permite detectar formas de trabajo infantil.

Sin embargo, el ideal de que cada persona responda respecto de sus propias condiciones laborales puede ser demasiado costoso y muy poco práctico. En este caso, el encuestado podría ser el jefe del hogar, pero debe considerarse que esta segunda opción puede aumentar el error de medición, la inexactitud de las respuestas y/o la cantidad de información faltante.

Además del límite inferior de cinco años para la aplicabilidad del cuestionario, deben considerarse los siguientes rangos de edad para fines analíticos.

Regularmente, los jóvenes que no están en educación, empleo o formación (Nini) son un subconjunto de la población de 15 a 29 años. La edad de jubilación es regularmente alrededor de los 65 años. Puede ser útil considerar a los trabajadores que aún están activos después de la edad de jubilación pues esto permite dar cuenta de algunas privaciones en el hogar.

Finalmente, el cuestionario debe permitir la desagregación básica según el marco del ODS 8. Esto incluye por sexo, estatus migratorio, condición de discapacidad, edad, ocupación y sector económico. Este es el mínimo de desagregación necesaria que puede complementarse con preguntas en otras secciones del cuestionario general.

 

Este artículo fue publicado en Dimensiones 16

 

 

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