La pandemia de la COVID-19 es un firme recordatorio de que es preciso mirar más allá del ingreso para combatir la pobreza en todas sus formas.
Nueva York, 16 de julio de 2020 – Nuevos datos dados a conocer hoy muestran que antes de la pandemia de la COVID-19 se estaban registrando avances en la lucha contra la pobreza multidimensional. Así se desprende del último Índice de Pobreza Multidimensional (IPM), un instrumento de medición que analiza otros indicadores además de los ingresos e incluye aspectos como el acceso al agua potable, la educación, la electricidad, los alimentos y otros seis indicadores más. Ahora, dichos avances están en peligro.
Los datos, dados a conocer por Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Iniciativa sobre Pobreza y Desarrollo Humano de Oxford (OPHI), muestran que, del grupo de 75 estudiados, 65 redujeron de manera significativa sus niveles de pobreza multidimensional entre 2000 y 2019.
Sierra Leona presentó el progreso más rápido en la reducción del valor global de su IPM. Este es uno de los siete países subsaharianos que más rápido están avanzando, junto con Côte D’Ivoire, Guinea, Liberia, Mauritania, Rwanda, y Santo Tomé y Príncipe.
India es el país en el que más personas salieron de la pobreza multidimensional, unos 270 millones entre 2005/2006 y 2015/2016. En China, 70 millones de personas dejaron la pobreza multidimensional entre 2010 y 2014. Y en Bangladesh, fueron 19 millones entre 2014 y 2019.
“La COVID-19 está teniendo profundas consecuencias en el panorama del desarrollo. Pero estos datos, de antes de la pandemia, son un mensaje de esperanza. Las historias de éxito anteriores sobre la forma de abordar las múltiples formas en que las personas experimentan la pobreza en sus vidas cotidianas pueden enseñarnos a reconstruir mejor y a mejorar las vidas de millones”, dice Sabina Alkire, Directora de OPHI en la Universidad de Oxford.
Aunque todavía no hay datos disponibles sobre el aumento de la pobreza multidimensional a nivel mundial tras la pandemia, simulaciones realizadas para 70 países en desarrollo a partir de los efectos anticipados del virus en dos indicadores del IPM global —nutrición y asistencia escolar—, nos ofrecen una idea de cuál podría ser el impacto de la crisis si no se toman las medidas adecuadas.
En tres escenarios de deterioro variable en los que el 10, 25 y 50 % de las personas en pobreza multidimensional o vulnerables entran en situación de desnutrición, y la mitad de los niños en edad de educación primaria dejan de asistir a la escuela, los niveles de pobreza podrían volver a los de hace 8-10 años. Incluso si examinamos solo el impacto sobre la nutrición, de no poner freno o revertir rápidamente al aumento previsto en la desnutrición, podríamos retroceder a niveles de hace 3-6 años.
“La COVID-19 es la crisis mundial más reciente, y el cambio climático prácticamente nos asegura que pronto llegarán otras. Cada una de ellas va a afectar a las personas pobres de múltiples maneras. Ahora más que nunca es necesario trabajar para combatir la pobreza —y la vulnerabilidad ante esta— en todas sus formas. Por eso es tan importante el Índice de Pobreza Multidimensional”, dice Pedro Conçeicão, Director de la Oficina de Desarrollo Humano del PNUD.
De los 1.300 millones de personas que todavía viven en situación de pobreza multidimensional, más del 80 % sufren privaciones en, al menos, cinco de los 10 indicadores utilizados para medir la salud, la educación y la calidad de vida en el IPM global.
Los datos muestran también que la carga de la pobreza multidimensional recae de manera desproporcionada sobre los niños. La mitad de los 1.300 millones de personas pobres todavía no han alcanzado los 18 años. Por otro lado, 107 millones tienen 60 o más años.
“El IPM, con su información tanto sobre el nivel como la composición de la pobreza, nos proporciona los datos necesarios para identificar dónde y cómo se manifiesta. Sin esa ayuda, los responsables de tomar decisiones actúan con los ojos vendados, incapaces de saber cómo, o dónde, emplear los recursos y las intervenciones”, añade Alkire.
Por ejemplo, en África Subsahariana, el 55 % de la población (558 millones de personas) se encuentra en situación de pobreza multidimensional. De estas, el 98 % (547 millones) no tienen acceso a combustible de cocina limpio, el 84 % (470 millones) carece de electricidad, y el 66 % (366 millones) no tiene acceso a agua potable.
Para abordar cada uno de estos retos es preciso un nuevo enfoque, ya que muchos de ellos requieren ir más allá de la mejora de ingresos. Esto resulta especialmente evidente a la luz del trabajo que desempeña el PNUD para alentar, a las sociedades en todo el mundo, a repensar las vías de desarrollo y “reconstruir mejor” tras la COVID-19.
Pueden encontrar todos los datos y la publicación aquí.