En el siguiente artículo, Diego Zavaleta presenta las dimensiones y los indicadores que los países latinoamericanos están usando en la elaboración de sus Índices de Pobreza Multidimensional. Además, identifica las principales enseñanzas que surgen a partir de estas experiencias.
La creación de una medida de pobreza multidimensional implica una serie de decisiones normativas sobre varios aspectos, incluyendo las dimensiones, los indicadores, las líneas de corte y los pesos a usarse. Estas decisiones suenan intimidantes para muchas personas.
Cuando se eligen las dimensiones, por ejemplo, la gente se hace preguntas que no son triviales: ¿cómo escoger un número suficientemente amplio de dimensiones para hacer justicia a una realidad tan compleja como la de la pobreza, y al mismo tiempo lo suficientemente reducido para hacer una medición que tenga sentido y que los datos no se pierdan en un sinfín de indicadores? ¿Cómo garantizar que no se deje de lado algún tema importante y al mismo tiempo darle relevancia a ciertas prioridades? Si ya abrimos la puerta para incluir dimensiones que tengan sentido para nuestra realidad, ¿cómo garantizar que temas relevantes, pero en los cuales no hay mucha experiencia en cómo medirlos, abunden en el índice en desmedro de dimensiones e indicadores más tradicionales y ampliamente probados?
Estas son ciertamente preguntas complejas que requieren de múltiples piezas de información. ¿Cuál es el propósito de la medida? ¿Cuál es el consenso público sobre lo que constituye vivir en pobreza? ¿Qué compromisos han sido adquiridos por el Estado? ¿Qué nos dice la teoría y qué la evidencia empírica? La toma de decisiones sobre estos temas también se enfrenta a una serie de restricciones prácticas, como consideraciones políticas, la restricción de datos (¿tenemos los datos para medir lo que queremos?), el presupuesto o la capacidad que se tenga para hacer una encuesta que involucre los temas deseados.
En esta revista iremos abordando varios temas referidos a las decisiones normativas a través del tiempo. En esta ocasión, queremos presentar las dimensiones y los indicadores que los países están usando y las principales enseñanzas que estas experiencias nos dejan.
Para empezar, es importante mencionar que los países han ido resolviendo estas preguntas iniciales de maneras muy diversas y menos complicadas de lo que se intuye al principio. Colombia, por ejemplo, se basó en las prioridades nacionales ya definidas y en una amplia consulta con académicos y expertos en la materia; México, por ejemplo, definió sus dimensiones e indicadores avalados en su Constitución y en una Ley apoyada por todos los partidos políticos; Bután, Pakistán y El Salvador a través de procesos participativos con personas en situación de pobreza y Chile a través de una comisión de expertos de la sociedad civil.
Los países han ampliado la forma para evaluar la pobreza y la han acercado a la manera como la gente entiende esta situación, manteniendo la preferencia por indicadores extensamente probados.
Pero, ¿qué dimensiones e indicadores en concreto están usando los países y las iniciativas de comparabilidad internacional? Usemos el caso de América Latina como ejemplo; región del mundo donde estas medidas han sido incorporadas más rápidamente a las cifras oficiales. En los últimos años, un total de 7 países de América Latina han hecho públicas medidas oficiales de pobreza multidimensional, y otros 6 se encuentran trabajando activamente en desarrollarlas. También existen propuestas para un índice regional que permita comparaciones entre los países, como la propuesta avanzada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Además, tenemos el IPM Global publicado por OPHI y el Informe Mundial sobre Desarrollo Humano del PNUD. Los cuadros 1 y 2 muestran las comparaciones entre dimensiones e indicadores usados por los diferentes países que ya cuentan con medidas oficiales, así como con los índices de comparabilidad global (IPM Global) y regional (CEPAL).
Cuadro 1. Dimensiones utilizadas en la medición de pobreza multidimensional en América Latina
Cuadro 2. Indicadores más utilizados en la medición de pobreza multidimensional en América Latina.
Los cuadros 1 y 2 muestran varios aspectos interesantes. El primero de ellos es que existe mucha coincidencia hasta el momento en las dimensiones escogidas por los diferentes países e iniciativas para caracterizar la pobreza. Vale decir, el número total de dimensiones que explica la mayor parte de los índices es relativamente pequeño (cuadro 1). Nombres más o nombres menos (se usan los nombres exactos escogidos por los países para definir sus dimensiones), la discusión hasta el momento se ha centrado en 10 grandes grupos dimensionales: educación, salud, niñez y adolescencia, estándar de vida, vivienda, servicios básicos, hábitat o entorno, redes y cohesión social, empleo, y seguridad social. Con la excepción del hábitat o entorno (donde entra una interesante gama de aspectos como aquellos relacionados al medio ambiente, a la infraestructura del barrio o comunidad, o aspectos de seguridad física), estas dimensiones corresponden a temas que vienen siendo tratados como prioridades desde hace muchos años.
El segundo aspecto relevante es que, si bien el número de indicadores muestra cierta diversidad (39 indicadores), un número bastante bajo de ellos (los 14 en amarillo, en el cuadro 2) representan un porcentaje muy alto de cada medida nacional. Esto muestra que buena parte de las medidas utilizan un subgrupo acotado de indicadores. Nuevamente, la gran mayoría de estos son ampliamente conocidos.
Finalmente, entre el resto de los indicadores (no en amarillo) se encuentran muchos aspectos que llevan años formando parte del conjunto de indicadores utilizados para analizar el desarrollo, como la mortalidad infantil.
Estos resultados muestran un patrón emergente: En primer lugar, los países han ampliado la forma para evaluar la pobreza y la han acercado a la manera como la gente entiende esta situación, manteniendo la preferencia por indicadores extensamente probados. Y en segundo lugar, se evidencia alguna innovación, como en el caso de la incorporación de indicadores de seguridad física o del entorno, lo cual muestra una característica esencial de estos índices: que pueden adaptarse para reflejar contextos específicos e incorporar aspectos que la gente considera vital para entender la pobreza de acuerdo a su realidad – varios de estos aspectos, además, aparecen en los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible.